miércoles, 16 de septiembre de 2009

Y algunos que se rezagan

Existe la vocación del literato, es una opción de vida en la que el sujeto se dice a sí mismo: voy a leer y a escribir como forma de justificar mi existencia. Y ya, pare de contar. Pero también es cierto que dicha vocación demanda una dignidad y un compromiso por parte del autor con la sociedad en la que vive. Y entonces, en medio de esos eventos en donde el literato tendría la oportunidad de nutrirse y de abrirse a nuevas experiencias, asistimos a la derrota de los que se rezagan, de los que apostaron, quizá ganaron un poco, pero parece que no aprenden y se estancan.
No hay forma de perfeccionarse en un oficio que no nos estamos inventando, si no es a partir de la crítica. Y pues, triste, que en un evento al que asisten jóvenes, personas que vienen de los pueblos, personas que no han tenido un contacto formal con la academia, se les niegue la oportunidad de cualificarse porque un hombre que no está favorecido por la crítica, se apodera de la palabra para satanizar el oficio del crítico. Eso es triste. Es triste que desde la frustración, el resentimiento, este señor venga a estancar el interés de los demás que verán entonces en los críticos unos sin oficio a los que no hay que prestarles cuidado.
¿Se habrá preguntado este novelista principiante por las posibilidades de su texto si atendiera los llamados del crítico? O mejor aún, ¿De los libros estudiados, cuáles conoce y qué piensa de ellos? Debe de estudiarlos sistemáticamente y ofrecer un nuevo canón entonces si cree que así no se hace el oficio del crítico.
Vuelvo a pensar en la gente que como yo, joven, provinciano, con una educación "básica", asiste a los momentos de encuentro de los literatos. De hacerle caso a este señor que se fue en chistes contra el crítico, antes que perderme de la oportunidad de fortalecer mi escritura, me perdería de leer los libros que el crítico rescata del olvido y que no pertenecen precisamente al círculo universitario. Valencia Solanilla ha rescatado los valores de dos novelas de un autor que pocos conocen Gilberto Arias Ospina: GRINGOS PAI y JAIBANÁ. ENERGÍA INDÍGENA y que de seguro, a partir del libro crítico, estas novelas obtendrán un público más amplio, maduro, agradecido por la novedad que introduce Arias Ospina en nuestras letras.
Quizá el señor este, aquel que no favoreció la crítica, nunca nos diga en un evento de literatos cuál es la autoevaluación que puede hacerse. Pero ojalá que sí aparezca la gente que como Arias Ospina ha sido desempolvada y puesta de nuevo en circulación.

Señor novelista: por favor, en un libro de críticas deje de leer sólo donde hablan de usted.


Sobre la foto: Portadas de los libros en cuestión, tomadas en mi mesa de estudio de Villa del Cerro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario