miércoles, 6 de enero de 2010

COLECCIÓN DE NAVIDAD, I




Entre novena y novena de aguinaldos, a pesar de la natilla, los villancicos y la familia, la literatura hizo una vez más de la Belleza, una experiencia que es bien recibida en cualquier época del año. En diciembre me acerqué a dos escritores que habían montado con su oficio un espectáculo lleno de gracia e ingenio para mujeres hermosas.


El primero, Roberto Burgos Cantor, con un decorado cartagenero, Caribe, abrió la pasarela para cuatro mujeres diferentes entre sí, que caminaron mostrando bien la sensualidad, la devoción, la ternura, cierto misticismo. Burgos Cantor ha demostrado ser un “decorador de interiores” de muy buen gusto: en sus cuentos las mujeres se ven preciosas, tienen una dignidad, un estatus que hace prescindible las joyas y el maquillaje.


El paso de estas mujeres permite también que un rayo de luz ilumine el rostros y los músculos de hombres en silencio que están a su alrededor. La presencia complementaria del hombre y la mujer renueva el decorado, le devuelve el significado a las calles, manglares, plazas, puentes de Cartagena pues en ellos, por encima del hedor y la mugre, queda el registro de una lucha cuerpo a cuerpo por entrar en esa comunión donde hombre y mujer se funden para re-crearlo todo de nuevo. Las mujeres de estos cuentos son escuchadas en la carne de los hombres que las aman, hombres de juerga y amigos, de aventuras y silencios. Hombres de muy buen corazón. Entre ellos, el de más grata recordación: San Estanislao de Koska.


Para estos desfiles hay una música sugerida – el Bolero – y otra que van cantando las ancianas: Lo peor que se puede hacer es tener al hombre entre las polleras, que los dejen volar, les den cordel como al pez sierra que se cansa solo, que ellos lo que más saben es el camino de regreso”.


De los cuatro, mis preferidos son: ENCARNACIÓN MANCERA MI NEGRA DEL ALMA y EMÉRITA PERTUZ, MI TIRANA, LLORA FRENTE AL MAR. El título que más me impresionó fue el de CON LAS MUJERES NO TE METAS O MACHO ABRÁZAME OTRA VEZ, de telenovela. En este último, ya se intuye al Thomas que ocuparía un importantísimo papel en La ceiba de la memoria.


Para cerrar la invitación a leerlo, esta poética definición de nuestra piel:


Es el canela tenue y pálido, no es el negro timbo, ni el oscuro azul con brillo, apenas el tizne de carbón que sale del revuelto entre el pie descalzo y la verga enmascarada que ocurrió bajo estos soles hace trescientos sesenta años contra el tronco de arrugas ásperas del palo de uvita de playa.



Nota sobre la foto: Detalle de mi pesebre.

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