Por Ana Lucía Cardona, "La poesía es un viaje"
Una de las cosas que más me gustan de Luís Vidales (algo bastante evidente y ya por otros comentado) es su sencillez, esa capacidad casi infantil de asombrarse ante los elementos más cotidianos, resemantizándolos, dotándoles de una vida que, si bien puede serles propia desde hace tiempo, el observador despistado ha tendido a ignorar. Y no porque su belleza particular no llame la atención o sea trivial, más bien por esa maña que hemos cogido de creer que sólo lo más extraño, enrevesado y confuso es aquello que posee valor y algo de belleza. Y es que la voluptuosidad no sólo está en las protuberancias controladas, los aromas dulces y las actitudes presumidas. La sensibilidad, lo estético, es algo que escapa a los esquemas, algo que reside más en las lecturas desprevenidas, en el asombro. La poesía de Luís vidales, es entre muchisimas otras cosas, asombro, imaginación. Aquello de que pasaría si, la posibilidad de concebir historias como si las cosas fueran seres o viceversa, como un farolito Japonés y su transito cotidiano y corto o una pipa, templo indiferente del tiempo, del mundo, del humo.
Desacralizar es al mismo tiempo una renovación mítica. Eso pasa en la poesía de Vidales.
CRISTOLOGÍA
Las cruces que hay en el mundo
Son trampas puestas por los hombres
Para cazar a Jesucristo
Es verdad que el diablo tiene miedo a la cruz
Pero Jesucristo le tiene mucho más miedo
Y huye donde ve una.
Esto le ocurre
Desde aquella vez
Que le pusieron esa CONDECORACIÓN
Tan grande
Que se enredó en ella
Y se murió.
reto, aunque no con algo de reticencia, sólo para generalizar y tal vez pecar un poco.
Las nubes
Las nubes son almas de mujeres
que perecieron ahogadas.
Mentira.
Las nubes son las ropas blancas
que el viento se lleva
de los alambres de los patios.
También mentira.
Porque
-¿las nubes?-
Naciones que hacen el mapa del cielo.
Continentes
países
islas
las manchas blancas de las nubes.
¡oh! mi patria
Mi única patria.
LOS DOS GATOS
El gato y su sombra. Son dos gatos – pero en realidad no
es más que uno. Esto me explica la divinidad. La sombra es un gato más enigmático.
Es más gato. Así debieran ser todos los gatos. Untados a la pared. Sería bello verlos andar. Entonces tampoco podría dejar un gato arqueado de señal hasta donde he leído.
Pero podría detenerlo en la pared y fijarle debajo un tomito de almanaque. Un almanaque es un pequeño tratado de filosofía. He intentado hacer una definición. ¡Esta tan peligroso! Pero – afortunadamente para mi- el gato ha desbaratado mis ideas – de un salto- y se ha echado en la poltrona – sobre su sombra.
De un envoltorio de piel – que parece como si una mujer lo hubiera dejado sobre la poltrona- sube una musiquilla constipada.
Ahora todo ha quedado en silencio. He visto la musiquilla desteñirse en el aire como un color.
Sobre la foto: Ana Lucía Cardona por mí.
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